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Por: Verónica Reátegui Yesquén

1/10/18

HISTORIA DE LA ESCUELA DOMINICAL

En las Escrituras leemos lo siguiente: “Todo el pueblo deberá reunirse, tanto los hombres como las mujeres, y los niños y los extranjeros que vivan en sus ciudades, para que escuchen la lectura de la ley y aprendan a respetar al Señor su Dios, y pongan en práctica todo lo que se dice en ella.  Así los hijos de ustedes, que nada saben de ella, podrán también oírla y aprenderán a respetar al Señor su Dios durante toda su vida…”  Deuteronomio 31:12-13. 

Posteriormente, los niños fueron instruidos en las sinagogas a cargo de un oficial “hazzan”.  

En 1529 Martín Lutero estableció escuelas dominicales en Alemania para el estudio del catecismo bíblico y la oración. Cabe mencionar otros nombres como el reverendo Joseph Alleine (Taunton, 1688), la señora Hannah Ball (High Wycombe, 1769), Thomas King en Dursley Gloucestershire, entre otros. Sin embargo, las Escuelas Dominicales establecidas por Robert Raikes (Gloucester) al final del siglo XVIII fueron los inicios de la educación popular.

Robert Raikes (1735-1811), conocido como el “Padre de la Escuela Dominical”, vivía en Gloucester, Inglaterra y como cristiano anhelaba servir a Dios. Aproximadamente en 1780 (En la segunda mitad del siglo XVIII) empezó su trabajo al servicio de su comunidad. Los pobladores de Gloucester veían que en los barrios pobres se había desatado una ola de pillaje y vandalismo entre los niños. Resulta que estos niños trabajaban como adultos en las fábricas, seis días a la semana, recibiendo como pago, una miseria, y los domingos lo dedicaban a deambular por las calles, dejándose llevar por la delincuencia. Es así que pidieron a Robert Raikes, que como periodista publicara en su diario “Gloucester Journal” una buena reprimenda a los padres de estos niños. Pero Raikes vio que esta propuesta no daría resultados positivos, y se le ocurrió una mejor idea; se propuso abrir una escuela donde a estos niños se les enseñara no solamente, a leer y a escribir, sino también la Palabra de Dios, para así prevenir el crimen en esa Ciudad.

Robert Raikes, en lugar de simpatía, recibió burlas y oposición; pero, a pesar de todo, él siguió adelante con su proyecto y empleó a cuatro maestras para enseñar a los niños. Al inicio este trabajo no fue fácil, porque los niños se oponían a recibir instrucción alguna. Sin embargo, con esfuerzo y dedicación lograron su objetivo y tuvieron éxito.

La obra se inició en la cocina de una casa de uno de los barrios más pobres llamado “Sooty Alley”, y un aproximado de catorce niños asistieron la primera semana.  Posteriormente, también en otros hogares, hasta que se formaron escuelas dominicales en casi todos los barrios pobres de la ciudad. 

Un Bautista de nombre William Fox quedó impresionado con el trabajo de Raikes, pues porque coincidía con sus propuestas educativas. De inmediato Fox escribió a Raikes para presentarle su plan educativo, a lo que Robert Raikes respondió: 

 "Estoy lleno de admiración por el gran y noble diseño de la sociedad que hablas de formar. Si fuera posible que mis pobres habilidades pudieran ser útiles en cualquier grado, señala el tema, y encontrarás yo no estoy inactivo. "

Es así que el 7 de Setiembre de 1785 William Fox organiza una reunión, cuyo resultado fue la fundación de “The Sunday School Society” para Gran Bretaña, basándose en:

1. La prevención del vicio.
2. Animar la industria y las virtudes.
3. Combatir la ignorancia.
4. Difundir la luz del conocimiento.
5. Ayudar al hombre a entender su lugar social en el mundo.

Los niños aprendieron a leer y a escribir, siendo su libro de texto, la Biblia. Juan Wesley  también reconoció que estas escuelas tenían sus méritos y escribió: “Creo en verdad que estas escuelas dominicales son las instituciones más nobles que han aparecido en Europa por siglos. Se aumentarán más y más si los maestros y los oficiales son fieles a sus deberes.”  

En sólo cuatro años se establecieron escuelas dominicales con dos mil quinientos alumnos. Años más tarde creció a cuatrocientos mil. Esta idea se difundió a otras ciudades inglesas, donde también se aperturaron escuelas similares.

También América recibió con agrado este plan, siguiendo la misma política de Inglaterra como Guillermo Elliott quien al igual que Raikes, daba clases dominicales a los niños en una cocina, pero la de su propia casa. 

Algo que se inició para evitar el vandalismo entre los niños y dirigido también a los pobres, llegó a ser el centro de enseñanza educativa y evangelística dentro de las iglesias protestantes. En 1872 la Convención Internacional de Escuelas Dominicales, realiza un plan para que las lecciones sean uniformes. La idea era que en toda iglesia y denominación, estudiaran el mismo pasaje en un domingo determinado. Ya en 1900, estas lecciones se habían traducido a cuarenta idiomas.

Actualmente la Escuela Dominical es un departamento importante dentro de la Iglesia evangélica local, en la que se tiene como prioridad dar la enseñanza de la Palabra de Dios, en forma sistematizada a niños, jóvenes y adultos generalmente basada en historias, personajes y temas bíblicos. Estas enseñanzas han de ser aplicadas a la vida de los alumnos y son reforzadas mediante la memorización de un texto clave.

A través de la historia, vemos que los niños y niñas han sido vistos dentro de los programas educativos como piezas claves para su participación futura en beneficio de la sociedad y del Estado. También observamos que la enseñanza ha pasado por procesos de cambios, en el cual, el sistema educativo se ha ido modificando.

Años más tarde, separada la educación cristiana de la secular, se ha descuidado en las escuelas las enseñanzas cristianas para dar prioridad a la secular, dejando “lo religioso” al ámbito exclusivo de las Iglesias. 

A la luz de lo expuesto, podemos concluir que la iglesia evangélica (protestante, debe continuar impartiendo los valores y principios de la Palabra de Dios a través de la enseñanza de la Biblia en la Escuela Dominical a los asistentes a la iglesia de todas las edades.

Asimismo, y siguiendo el ejemplo de Raikes y de Fox proseguir en la tarea de influir moral y espiritualmente en los niños, adolescentes y jóvenes que aún no han escuchado las buenas noticias de salvación, llevándoles el evangelio de Jesucristo para que puedan enfrentar los diversos peligros de este tiempo.



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